Mientras vivía en Madrid hace algunos años, me reencontré con mis vecinos de infancia, que viven en Porto (Portugal), un lugar del que conocía muy poco. Fue así como, pocos días antes de regresar a vivir a Chile, me fui a visitarlos un fin de semana.
Desde que llegué a la ciudad me pareció fabulosa, con trenes y tranvías que conectaban todo y una mezcla perfecta entre modernidad e historia.
Me quedé en casa de mi amiga chilena, en una zona residencial muy tranquila y linda, conectada por un tranvía con la zona más céntrica del casco antiguo de Porto.
Aquí también hay bus turístico que te lleva a la zona más moderna de la ciudad (no muy linda en verdad) y también a Vila Nova de Gaia, la zona de las bodegas de Oporto, donde puedes pagar por un tour guiado. Las más recomendadas son Ferreira y Ramos Pinto.
En la misma zona puedes disfrutar de la vista del Río Duero y sus carabelas (llamadas Rabelos), en las que puedes pasear por unos 15 euros. ¡Muy recomendable!
Y un paseo que no puedes dejar de hacer es visitar el Museo Serralves, con sus impresionantes jardines.
Cruzando por el Puente Don Luis I te encontrarás con zonas turísticas, cafés y restaurantes con una hermosa vista. La comida y el vino son dos grandes fortalezas de la ciudad (aparte de su equipo de fútbol). Una singularidad es que los portugueses toman el vino tinto frío, y que algunos mezclan la cerveza con Seven Up (en España la mezclan con agua mineral azucarada o bebida de limón).
En fin, una ciudad europea que vale la pena conocer y disfrutar. A mí, personalmente, me gustó mucho más que Lisboa.
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