El año que nos cambió la vida con la pandemia, mi familia me invitó a disfrutar unos días en las hermosas playas de Brasil, antes del encierro eterno. Tuve susto cuando algunas amigas me comentaron que el clima estaba malo. ¡Cómo tanta mala suerte, ir a la playa y que llueva todo el tiempo! Menos mal no fue así.
¿Dónde alojarse en Florianópolis?
Mi hermana había ido dos veces el 2019 y fuimos al mismo hotel en la playa de Jureré Internacional: Il Campanario. Un lugar que inmediatamente destaca en el entorno, con una hermosa torre visible desde varios puntos. El lugar es hermoso, las habitaciones son enormes, incluso tienen una kitchenette, y living con cama extra. Una hermosa y gran piscina con bar, muchas actividades para niños, desayuno buffet variado y a metros de la playa.
El primer día que llegamos estaba nublado y estuvimos un rato en la piscina. Luego me fui a caminar por la playa. ¡Era entera para mí! y aproveché a mil esa oportunidad única de caminar con los pies en el agua tibia, sin nadie a mi alrededor. Luego nos fuimos a caminar por el sector hasta llegar a una calle peatonal donde habían tiendas y restaurantes. Mucha gente caminando y bailando al compás de la samba en vivo y en directo. No quedó más que sumarse a esa algarabía y ponerse a bailar. Todo junto a una suave lluvia que nos hizo regresar al hotel, pero felices.
Segundo día y la lluvia no para. Nos vamos al mall porque a la playa no se puede. Pocas compras y almuerzo en el food garden, un lugar con comida muy variada y rica, y a buenos precios. Luego de regreso al hotel y la lluvia cesa.
Otro día de paseo por el sector, siestas y comida. Esta vez visitando la Churrascaria Ataliba, la mejor de Floripa. Realmente la comida es demasiada, no paran de ofrecerte distintos cortes de carne, cerdo y pollo, muy ricos la mayoría. Tienen un buffet de acompañamientos y uno de postres, este último bastante deficiente, porque claro, pocas personas logran llegar al postre luego de tremendo festín.
¿Qué venden en las playas de Florianópolis?
Día 3 y sí, por fin el sol brilla en todo su esplendor y nos vamos derechito a la playa. El hotel te entrega quitasoles y sillas y te instalas a tu gusto. Nosotros lo hicimos cerca del Kiosko de Marcio, un brasilero demasiado simpático que nos atendió durante nuestra estadía. Ahí comienza la locura. Lleno total de gente y los carritos no paran de pasar: choclo, queso asado, choripanes, tragos varios, más decenas de vendedores de bikinis y accesorios playeros. ¡No hay tiempo de aburrirse entre cada metida al agua!
Para cenar mi hermana nos recomendó el restaurante Rosso donde venden especialmente comida del mar. Probamos unos camarones jumbo tipo tempura y un pulpo maravilloso. El lugar está a la orilla de una pequeña playa con aguas transparentes. Muy lindo y bien atendidos.
Los días de playa continuaron y disfrutamos cada momento. De día nos bañamos sin parar y luego a caminar y a cenar. También fuimos a cenar al restaurante del hotel, pero si bien la comida era buena (yo comí Gnocchi), la demora extrema en servir los platos nos dejó cansados y desilusionados. Sencillamente, son un gran hotel pero con un mal gestionado restaurante.
Ya buscando un lugar para despedir las cortas pero intensas vacaciones, encontré un lugar al otro lado de Jureré, en Barra da Lagoa. El restaurante se llama Dolce Vita, y fue lejos el mejor descubrimiento. Luego de 40 minutos en taxi hasta el lugar, comprobamos que valió la pena la distancia. Todos los platos que pedimos estaban maravillosamente preparados, y la atención es excelente. Probamos un Steak Tartar con papas fritas, Costella en cocción lenta y Magret de Pato con puré de zapallo, y Pulpo. Lo recomiendo 100% a todos quienes vayan a la isla.
En la playa me compré bikinis y vestidos de playa, muy lindos y baratos. Comí choripanes, tomé caipirinhas y Moscow Mule. Y mucho queso asado!!!!
Definitivamente quiero volver lo antes posible a este maravilloso e inolvidable lugar. ¡Viva Floripa!
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